Últimamente estamos que tiramos la casa por la ventana con los conciertos. Por desgracia de momento parece que no va a haber más en lo que resta de año, a no ser que anuncien algo de última hora. Pero ahora eso es lo de menos, porque vengo a hablaros del último al que asistí: nada más y nada menos que el de Michael Schenker.
Jueves 3 de mayo en mi ya conocida sala Marco Aldany (antigua sala Heineken). Ambiente expectante pero relajado, se nota la salida del puente y la semana de sólo dos días laborables. Poca gente en el local, lo cual en un principio me inquieta. No sólo porque Schenker merece mucha más difusión y respeto del que se le tiene (en mi opinión), sino porque el público es importantísimo cuando uno se encuentra encima de un escenario. Como dato, destacar que la media de edad del local es de unos 50 años, década arriba, década abajo. Es una pena que Schenker no haya llegado hasta los oídos de las generaciones más jóvenes de la misma forma que otras bandas.
Ocho y diez de la tarde. Aún me quedaba un largo rato de espera y, mientras pensaba como matar el tiempo, empiezo a notar mucho movimiento en el escenario. Demasiado pronto. Y entonces viene la primera sorpresa de la noche. Unos teloneros de los que nada sabía hacen su aparición. Se ganaron mi simpatía antes incluso de empezar a tocar por un detalle, y es que suben al escenario desde abajo y con los instrumentos en la mano, algo completamente inusual. Me llama la atención también la disposición en el escenario: todos alineados, incluso el batería, sin apenas espacio para moverse. A pesar de todo se lo toman con humor y el cantante bromea con ello.
Empezó así un espectáculo cuanto menos, interesante y curioso. El grupo se llama Karelia, son franceses y por lo que he averiguado ya tienen cuatro discos a sus espaldas, nada mal. El grupo no me desagradó, aunque tampoco me volvió loca, pero he de decir que disfruté mucho con su concierto. La cuestión es que no podría definirlos dentro de un estilo concreto: cada canción estaba impregnada de un sonido propio, personal, y al mismo tiempo cada una era diferente. Pude escuchar thrash, hard rock, heavy metal, rock melódico, rock sinfónico, rock electrónico (tipo Rammstein pero sin llegar al industrial) e incluso algo de goth-rock. También se marcaron una versión de 'The Show Must Go On' de Queen verdaderamente digna (nunca es fácil versionar a una leyenda de tal calibre). Todo eso en un concierto de poco menos de una hora. Mención especial para el cantante, que además de tener un registro increíblemente amplio es un frontman espectacular, super simpático con un público que sabe a lo que ha venido. Aun así lograron meterse a la gente en el bolsillo e ir caldeando el ambiente para terminar con un buen sabor de boca.
Mientras meditaba sobre la buena impresión que me he llevado de los franceses (que bajan al escenario por donde han subido), me doy cuenta de que la sala está llena hasta los topes. Y pensar que al principio me preocupaba la ausencia de público. Parece que Schenker sigue conservando a sus fans acérrimos de siempre. Gracias a la rapidez de los pipas el esperado momento llega antes de lo que creía. Me quedo sin palabras al ver a Schenker con su Flying V blanca y negra, una imagen clásica que se graba en mi retina como si el tiempo se parase.
Qué decir. Un concierto impresionante de principio a fin, repleto de clásicos de MSG, UFO, Scorpions y de su carrera en solitario, incluyendo un tema del nuevo disco. Una banda de una calidad musical superior en todos los sentidos, y cómo no, con el elenco de genios que acompaña a Schenker: los ex-componentes de la formación clásica de Scorpions Herman Rarebell (batería) y Francis Buchholz (bajo), el teclista Wayne Findlay (también guitarra rítmica) y el ex-cantante de Rainbow o Yngwie Malmsteen entre otros Doogie White. Músicos increíbles todos ellos: un bajista y un batería que se entienden a la perfección, fruto de largos años juntos sobre el escenario, un teclista que alterna este instrumento con la guitarra rítmica de una forma que jamás había visto, y un cantante mezcla de Bill Byfford de Saxon y Jack Black, que se nota que viene de la vieja escuela y al que se ve cómodo en directo. Y del propio Schenker qué voy a decir que no se haya dicho ya. Un genio de la guitarra, un ser de otro mundo. Puede parecer algo frío, inexpresivo o distante del público, pero se nota que se comunica a través de su guitarra, intentando alcanzar una perfección ya superada con creces. Rasgueos, punteos y solos alucinantes, vibrantes, que te ponen los pelos de punta. Esa Flying V que parece una prolongación de su existencia. Algo que no se puede explicar si no lo vives.
Sin duda hubo varios momentos álgidos durante el show, de los cuales yo destacaría dos. El primero, cuando sonó 'Rock You Like a Hurricane' de Scorpions, algo completamente inesperado. Las canciones de la primera época de Scorpions no impactaron especialmente, puesto que Schenker participó en esos discos, pero ese tema era algo que nadie esperaba oír. Y cómo lo vivió el público; no por nada es uno de los himnos insignia del rock and roll. Por otro lado, el final del concierto, con la canción estrella que no podía faltar y que esta vez todos esperábamos: 'Doctor Doctor'. Apoteósico final, broche perfecto de un concierto irrepetible, con un público absolutamente entregado. Más que hombres respetables que rondaban la cincuentena parecían chavales que hubieran regresado a sus 20 años. O al menos eso sentí yo cuando en 'Holiday' se encendieron los mecheros como manda la tradición de los años 80, hoy día sustituida por las pantallas de móviles y aparatos electrónicos diversos. Un bonito detalle que, junto a todo lo demás, vino a significar que la música que te llena nunca te abandona tengas 20 o 50 años, y que Schenker sigue manteniendo a una legión de seguidores orgullosos de envejecer con él, y para mejor, como el buen vino.
En resumen, una noche única y desde luego irrepetible, un concierto con el que cualquiera hubiera disfrutado aunque no hubiera escuchado a Schenker en su vida. Un hombre que juega con la música como quiere y transforma cada acorde y cada nota en puro rock and roll. Dos horas de concierto que sirvieron para convertir una sala de conciertos, según lo prometido, en el 'templo del rock'.
Michael Schenker@Sala Marco Aldany (Madrid)
- Into the Arena
- Armed and Ready
- Lovedrive
- Another Piece of Meat
- Cry For the Nations
- Let Sleeping Dogs Lie
- Coast to Coast
- Assault Attack
- Before the Devil Knows You're Dead
- Lights Out
- On and On
- Let It Roll
- Shoot Shoot
- Rock You Like a Huricane
- Rock Bottom
- Holiday
- Blackout
- Doctor Doctor